Solo hay dos platos vegetarianos en carta, y solo uno es vegano (el risotto no
lo es) así que es la única opción.
El plato en sí está muy rico. No soy muy fan de los champiñones y no lo habría pedido de tener alternativa pero no me disgustaron del todo, pues se veían naturales y de calidad.
El local es una maravilla en cuanto a decoración y el personal es amable y atento. Lo único que nos disgustó es que le pedimos agua del grifo y nos puso una botella que posteriormente nos cobró, así que hay que tener cuidado con eso.
Está en pleno centro del pueblo, junto a la catedral, así que la ubicación es ideal. El horario es escaso por lo que recomiendo consultarlo con anterioridad (Al menos el sábado, abren a las 12:30 y cierran cocina a las 14:30. Ignoro si abren de nuevo más tarde)