Crema de calabaza, boniato, semillas de chía y granos de granada. Llevaba algún tipo de
especias que le daba un toque oriental. El restaurante es pequeñito pero con unas vistas al río de Girona preciosas. El simple hecho de entrar ya me transportó a otro estado mental, el local huele a incienso y en las mesas has poemarios preciosos, así que también es una perfecta opción para provarla en solitario.